En este blog se puede leer la siguiente reseña:
Montgomery Clift es el único actor de la generación de la década de los 50 capaz de hacer sombra y muchas veces superar al mítico Marlon Brando. Homosexual, inconformista, vulnerable, atormentado y rebelde, su sensibilidad y talento interpretativo influenciarían a muchísimos jóvenes actores de la época, entre ellos James Dean o Paul Newman. Se puede decir de él que fue un actor antihéroe, adoptando en sus filmes el rol de hombres perdedores, inconformistas y solitarios. Para ello, al igual que Brando, Clift utilizaba el método Stanislawsky, el cual hace que el actor asimile el personaje que interpreta y lo proyecte de adentro hacia fuera de una manera pasional haciendo creíble el personaje al que interpreta.
Nacido el 17 de octubre de 1920 en Omaha, Nebraska (Estados Unidos), Edward Montgomery Clift debutó en 1934 en Broadway interpretando la obra Fly Away Home, y tres años después conseguiría cierto renombre con su actuación en Dame Nature.
Después de proseguir su carrera teatral logró acceder llegar a Hollywood gracias a Río Rojo (1948), el magnífico western de Howard Hawks que co-protagonizada otro mito del cine, John Wayne. Durante el rodaje las relaciones con Wayne y Hawks fueron cordiales, pero la realidad era que a Wayne no le caía bien aquel joven flacucho que venía del teatro. Y Monty les despreciaba a los dos por sus actitudes machistas y el trato que le daban. Monty dirá años más tarde:
"Nunca me gustó esta película ni la manera en que actué en ella".
A esta película le siguieron Los Ángeles Perdidos (1948) de Fred Zinneman, por la que conseguiría su primera nominación al Oscar, y La heredera (1949), film dirigido por William Wyler, que consagraría al actor como uno de los mejores de su generación.
Una vez consolidado en la cima, su actitud ante el cerrado universo de los famosos hollywoodienses fue la de mantenerse alejado, lo que le convertía en un actor distinto al resto. Ello no quitó que los estudios le obligaran a ocultar su condición de homosexual fabricándole novias y romances oficiales con las cuales se dejaba ver en estrenos y en todo tipo de actos sociales.
Los años 50 se iniciaron para Clift con Sitiados (1950) y con otra nominación (de las cuatro que obtuvo) por su trabajo en Un lugar en el sol (1951), un título dirigido por George Stevens co-protagonizado por Elizabeth Taylor, quien se convertiría en una de sus mejores amigas.
Igualmente y en progresión geométrica a su ascensión profesional, su adicción a las drogas y al alcohol también empezaron a aumentar de forma vertiginosa y en prejuicio de su salud, tanto física como mental. Por ello los espléndidos trabajos cinematográficos de Monty, que alternaba con apariciones en obras de Broadway, no fueron tan abundantes como los de otros compañeros de generación.
Con De aquí a la eternidad (1953) de Fred Zinnemann lograría de nuevo optar al Oscar. También de ese año son sus papeles en Yo confieso de Alfred Hithcock y Estación Termini del director italiano Vittorio De Sica. Estos fueron los tres últimos trabajos de Monty antes del terrible siniestro que marcaría su malogrado devenir.
Mientras rodaba El árbol de la vida (1957) de Edward Dmytryk, Monty sufrió un accidente de coche después de asistir a una fiesta que había organizado Liz Taylor. Este suceso conllevó la desfiguración de su rostro y la acentuación de la inmersión personal del introspectivo Clift, abusando todavía más del consumo de estupefacientes. Pese a ello, y gracias a la cirugía, Clift pudo regresar al cine con Corazones solitarios (1958) de Vincent J. Donehue y El baile de los malditos (1958), un título de Dmytryk en el que compartía protagonismo con Marlon Brando. De repente, el último verano (1959) de Joseph L. Mankiewicz, lo volvía a emparejar con Elizabeth Taylor.
La década de los 60 comenzó para Clift encadenando una serie de grandes películas. Iniciada con Río salvaje (1960) de Elia Kazan y continuada con títulos como Vencedores o vencidos (1961) de Stanley Kramer, con el que consiguió la última nominación esta vez como actor secundario, Vidas rebeldes (1961) de John Huston y Freud, pasión secreta (1962) un biopic dirigido también por Huston.
Con una salud cada vez más quebradiza Monty se fue alejando de la pantalla grande aunque volvería para intervenir en El desertor (1966), un fallido film dirigido por Raoul Levy. Cuando ya se había decidido a aparecer en Reflejos en un ojo dorado, de nuevo junto a Elizabeth Taylor, fue encontrado muerto en su cama por su secretario y amante Lorenzo James. Montgomery Clift había fallecido a causa de un ataque al corazón el día 23 de julio de 1966. Tenía 45 años.
Y hay 2 comentarios:
es verdaderamente lamentable como este icono del cine dorado se perdio para siempre sin el merecido reconocimiento a su persona,eso demuestra que nada es perfecto en la vida,clift y taylor la pareja inmortal mas hermosa de la humanidad jamas pudo darse debido a las desviaciones sexuales del mismo,es una lastima repito una verdadera lastima,cuantos deseariamos haber sido clift y haber disfrutado de los privilegios que ello acarriaba,vivanmos cada dia como si fuera el ultimo y no dejemos pasar nuestras oportunidades,ya que son pocas y casi nunca las vemos. juan carlos dorante m.
Mi respeto a Montgomery Clift, el proyectaba una gran vulnerabilidad en su mirada cuando actuaba, realmente maravilloso.