El viaje que Monty realizó en 1950 con sus amigos Kevin McCarthy y Augusta Dabney finalizaba. A principios de marzo (hace 60 años), camino de regreso a Nueva York en el transatlántico Queen Mary, les sorprendió un huracán.
- Augusta se mareó muchísimo -recuerda Kevin McCarthy-, pero Monty y yo salimos a la inundada cubierta y tomamos fotos del temporal. La tripulación, e incluso algunos pasajeros, nos indicaban a gritos que nos guareciésemos para no ser barridos del barco. No lo hicimos así, sino que, entonces, Monty decidió abrir la portola, cosa que se supone no debe hacerse cuando sopla un fuerte viento tempestuoso. Desde luego, la portola estaba cerrada, pero Monty consiguió que alguien la abriese: siempre lograba que alguien hiciese lo que deseaba. Entonces me dijo que estaba aburrido y que iba a colgarse de la portola sobre las olas. Le advertí que no fuese tan insensato, pero me respondió:
- ¿Por qué no? Y tú tomarás una foto mía y tendrás un recuerdo, McCarthy.
- De modo que saqué la foto y fue una especie de recuerdo. Imagino que nadie se había atrevido jamás a colgarse de una portola en medio del Atlántico, entre un huracán, pero a Monty le gustaba arriesgarse...
Lo que cuenta el actor Kevin McCarthy es una anécdota más de las cosas tan insólitas que hacía Monty. Hacía payadasas pero también tenía actitudes temerarias como éstas. Otro dato interesante es la persuasión que Monty ejercía entre la gente. Tenía un fuerte carisma y un encanto especial que hacía que la gente se encandilara con él. Ojalá pudiérmaos ver esas fotos, ¿verdad?.
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